Atlantic Fest 2025: Tres días de música, emoción y leyendas hasta que llego la lluvia

La edición 2025 del Atlantic Fest ha consolidado, una vez más, a Vilagarcía de Arousa como uno de los epicentros musicales del verano gallego. Enmarcado por la belleza natural de la costa y sus playas y un ambiente inmejorable, el festival volvió a reunir a artistas clave del panorama nacional e internacional, mezclando nuevas promesas con nombres históricos.




La tarde del viernes comenzaba a teñirse de sonidos envolventes con Luz Futuro a las 20:10h. Con su estética neorromántica y atmósferas densas, supo crear desde el primer minuto una sensación de viaje emocional, entre lo oscuro y lo introspectivo.



A las 20:55h, Cristalino tomó el relevo con una propuesta más rítmica pero igual de cuidada. Sus temas, que beben del post-punk y la electrónica suave, encontraron eco en un público ya entregado. Una actuación con garra, elegancia y mucha personalidad.



La expectación subió enteros cuando Lori Meyers salió al escenario a las 21:40h. La banda de Loja demostró por qué, después de más de veinte años de carrera, siguen siendo indispensables en cualquier festival que se precie. Desde el primer acorde, el público se transformó en un coro multitudinario. "Emborracharme", "Mi realidad" o "Luces de neón" funcionaron como una máquina del tiempo emocional, evocando veranos pasados, salas de conciertos abarrotadas y los primeros festivales de toda una generación. 



Pero no fue solo una exhibición de nostalgia: el grupo también dio protagonismo a su material más reciente, mostrando que aún tienen mucho que decir y que su sonido ha madurado sin perder frescura. Noni, con su habitual carisma, manejó el tempo del concierto con inteligencia, alternando momentos de intensidad bailable con otros más reposados y melódicos. La compenetración de la banda fue impecable, con un sonido limpio y contundente que elevó cada tema al máximo. Fue un concierto diseñado para gustar, pero ejecutado con una sinceridad que lo hizo destacar entre los mejores del día.


Pero el gran hito de la noche llegó a las 23:20h con Slowdive, en su único concierto en España este 2025. Lo que ofrecieron fue algo más que música: fue una experiencia sensorial. Cada acorde, cada nota suspendida en el aire, cada retardo y reverberación se sentía como una caricia o una punzada. 



La banda británica desplegó un repertorio sobrio y elegante, en el que lo emocional y lo sonoro se entrelazaban sin fisuras. Temas como "Alison", "When the Sun Hits" y "Sugar for the Pill" fueron recibidos como himnos por un público inmóvil, casi hipnotizado, como si la ría misma se hubiese detenido para escucharlos. El juego de luces, discreto pero atmosférico, acentuaba la sensación de estar flotando en un universo paralelo. Rachel Goswell y Neil Halstead se mostraron tan precisos como distantes, dejando que la música hablara por sí sola. Fue un concierto introspectivo, casi espiritual, que tocó fibras profundas y que, sin necesidad de grandes gestos, dejó una huella indeleble. Quienes estuvieron allí lo sabrán: no fue un concierto más, fue un regalo.



El broche de la noche lo pusieron, a la 1:05h e la madrugada, los escoceses The Jesus and Mary Chain, que con su inconfundible mezcla de ruido, melodía y actitud post-punk ofrecieron un directo rotundo y cargado de intensidad. La banda de los hermanos Reid desplegó un repertorio que abarcó lo mejor de su carrera, desde los clásicos abrasivos de Psychocandy hasta las atmósferas densas de sus discos más recientes. 


Guitarras saturadas, ritmos hipnóticos y esa voz desencantada pero magnética hicieron del suyo un concierto oscuro y vibrante, ideal para cerrar la primera noche del festival con una nota de electricidad contenida. La banda no necesita alardes: cada canción fue una descarga directa al pecho, envuelta en distorsión y nostalgia. El público, muchos de ellos devotos de toda la vida, recibieron cada tema como si fuese un acto litúrgico. Fue una actuación fiel a su leyenda, cruda y sin artificios, que confirmó por qué siguen siendo una de las formaciones más influyentes del rock alternativo europeo.


Durante los cambios de escenario, Grande Osso se encargó de que el ritmo no decayese ni un segundo. Sus sesiones entre conciertos se convirtieron en auténticos sets de baile, improvisados y contagiosos, que mantuvieron al público en movimiento durante toda la noche.


La jornada del sábado comenzó temprano y bajo amenaza de lluvia, y el ambiente en Vilagarcía de Arousa ya era el de un día grande. A las 14:00, Quique González abrió el escenario con su inconfundible estilo de cantautor rockero. Sus letras cargadas de vida, nostalgia y carretera calaron en un público que escuchaba y gritaba haciendole los coros a la banda. Temas como: "Salitre", "Kamikazes" o "Terciopelo Azul" adelanto de su próximo álbum de estudio sonaron con fuerza y emoción.



A las 15:30h llegó Pablopablo, una de las revelaciones del año. Su actuación fue una joya escondida de la tarde, una propuesta íntima, minimalista pero profundamente moderna. A medio camino entre la producción delicada y el relato emocional, sus canciones navegaron entre texturas electrónicas suaves y una sensibilidad R&B muy personal. Con apenas unos acordes y una voz casi susurrada, supo llenar el escenario de honestidad. No necesitó artificios: solo bastaron las emociones crudas y la sutileza para conectar. Las primeras filas coreaban sus letras mientras el resto del público descubría con asombro el universo delicado pero vibrante que propone. En un festival tan amplio, tener el valor de bajar el volumen y apostar por la emoción contenida fue un acierto absoluto. Un concierto que no hizo ruido, pero que retumbó en muchos corazones.



La Bien Querida, a las 16:45h, llenó el recinto de melodías pop directas y líricas emocionales. Su combinación de electrónica y guitarra pop construyó uno de los conciertos más luminosos de la jornada. "Dinamita" y "Muero de amor" sonaron como himnos generacionales, en un recinto ya completo y que se resguardaba del viento que levantaba toda la arena del recinto, como si estuviéramos en un desierto y se levantara una tormenta de arena.



A las 18:15h, Xoel López conquistó al público con un concierto que fue creciendo en intensidad y en sentimiento. Comenzó con su faceta más introspectiva, con esos temas que abrazan la raíz gallega y la fusión de géneros, para luego ir subiendo el tono hasta convertir el set en una celebración colectiva. 



Con su banda bien engrasada y un repertorio repleto de matices, fue alternando momentos de lirismo puro con estallidos de alegría sonora. "Tierra", "Patagonia" y "Yo solo quería que me llevaras a bailar" se vivieron como pequeños festivales dentro del festival. El calor del público fue in crescendo y la conexión fue total: gestos, bailes, sonrisas, emoción. Xoel, como siempre, derrochó carisma y generosidad. Fue uno de esos conciertos que se sienten tan cercanos como inolvidables.



El gallego dio el paso a otra banda gallega de primer nivel como son León Bevanete que aportó un cambio de ritmo con su propuesta más cruda y urbana. Su estilo inclasificable, entre el punk, el trap y la performance, agitó al público en uno de los sets más intensos del día durante el que nos presentaron su nuevo trabajo: "Nueva Sinfonía sobre el caos" (2025) y en el que para nosotros fue uno de los mejores conciertos de la banda. Con un Abraham Boba desatado y motivado pudimos disfrutar temas como: "A la MODA", "La Ribera" o "Ser Brigada" que hacia tiempo que no interpretaban en directo.

Y hasta aquí nos permitió la lluvia disfrutar del festival, ya que empezó a caer una tromba inmensa de agua y debido a la imposibilidad de resguardarnos y guardar los equipos para cuidarlos nos vimos obligados, al igual que muchos de los asistentes, a abandonar el festival y poner punto y final a esta jornada.

El domingo el festival cambió de formato y de escenario. El escenario Vibra Mahou que se debía trasladar al centro de Vilagarcía de Arousa, concretamente a la Praza do Castro, con entrada gratuita, se pasó al Auditorio de Vilagarcía por motivos climatológicos.



A las 13:00, los argentinos Bestia Bebé ofrecieron un concierto potente, guitarrero y lleno de melodías coreables. Su rock alternativo, directo y sin pretensiones, conectó desde el primer tema con un público madrugador pero motivado y que no aguanto ni un segundo sentado, no dejando ver a las personas que si mantuvieron la compostura del lugar donde se encontraban.


A las 14:30 pasadas, Tito Ramírez se encargó de convertir el auditorio en una pista de baile retro. Con su propuesta de soul, boogaloo y ritmos latinos con aire vintage, firmó uno de los conciertos más festivos del festival. Su presencia escénica y energía hicieron que incluso los más tímidos se animasen a mover el cuerpo.


El Atlantic Fest 2025 ha sido una edición para el recuerdo. La calidad musical, la cuidada producción, la calidez del público y el entorno inigualable de Vilagarcía de Arousa han convertido el festival en mucho más que una cita cultural: en una experiencia vital que solo se vio empañada por la lluvia que impido disfrutar a muchos de los conciertos más esperados de la jornada del sábado.

Ya se empieza a contar los días para la edición de 2026. Os dejamos con la galería de fotos del concierto: