Underfest Xacobeo 2025: Vigo vuelve a sonar diferente

El Underfest Xacobeo acaba de levantar el telón de su octava edición y, un año más, lo hace con un cartel que confirma por qué este festival se ha ganado un hueco tan especial en el calendario musical gallego. Con una programación que combina grandes nombres internacionales, joyas del panorama nacional y nuevas promesas locales, el evento volverá a llenar Vigo de música los días 14 y 15 de noviembre, con actividades y conciertos repartidos por algunos de los principales escenarios de la ciudad. Entre las grandes noticias de este primer avance destacan The Psychedelic Furs , una de las bandas más influyentes del post-punk británico, que visitará por primera vez Galicia. A su lado, grupos como DeWolff, con su explosivo directo lleno de blues y rock setentero, los franceses Tahiti 80 y su inconfundible elegancia pop, o los estadounidenses We Are Scientists, auténticos referentes del indie neoyorquino, dan forma a un cartel con personalidad propia. También habrá espacio para clásicos de nu...

Rufus T. Firefly: psicodelia, emoción y comunión en el Island Club

El viernes 15 de octubre, la Sala Island Club de Vigo se convirtió en templo vibrante para los seguidores de Rufus T. Firefly. En el marco del ciclo Directos Vibra Mahou, la banda ofreció un concierto en formato sexteto —con Víctor Cabezuelo, Julia Martín-Maestro, Charly Moreno al bajo (sustituyendo en Vigo a Miguel de Lucass), Charly Campos a la guitarra, Juan Feo a la percusión y Manola en teclados y segundas voces— ante un lleno total que confirmó que su música sigue conectando con fuerza.



La gira, concebida para salas, era una manera de recuperar la cercanía con el público y escapar de los macrofestivales. Cabezuelo lo repitió varias veces entre canciones: necesitaban volver a sentir esa proximidad eléctrica que solo ofrecen los espacios pequeños, donde la intensidad se mide en respiraciones y miradas.

El concierto tenía además un objetivo claro: presentar "Todas las cosas buenas" (2025), su nuevo álbum. Pero el setlist fue un recorrido equilibrado entre pasado y presente, combinando clásicos con las nuevas composiciones en una narrativa sonora que viajó entre la psicodelia expansiva y la electrónica introspectiva.



El inicio con "Torre de Marfil" marcó el tono de la noche: una apertura poderosa y envolvente, con la percusión de Juan Feo creando un pulso magnético. Aunque no es de los temas más conocidos del disco, funcionó como declaración de intenciones: el concierto sería un viaje sin pausas.

El principio de todo mantuvo esa energía ascendente, con una base rítmica vibrante y un groove que recordaba al soul psicodélico de los setenta. En directo, la batería de Julia Martín-Maestro impulsó al público, que respondió desde el primer compás.

Con "El coro del amanecer" llegó el primer momento de silencio reverente. La voz de Cabezuelo, sostenida por los teclados de Manola, llenó la sala de una luminosidad casi espiritual antes de estallar en un clímax coral.



"Camina a través del fuego" trajo de vuelta la energía, una descarga precisa de percusiones y guitarras que desembocó en un crescendo catártico. Rufus demostraron aquí su dualidad: psicodelia que se piensa y se baila al mismo tiempo.

La banda miró hacia atrás con "El problemático Winston Smith", una de las joyas de su primera etapa. Sonó más pulida, pero con la misma carga emocional que entonces. Los seguidores veteranos la corearon de principio a fin.

"Ceci n’est pas une pipe" desplegó su cara más experimental. Las capas de sintetizadores y guitarras se entrelazaron en un trance sonoro que transformó el Island Club en un pequeño planeta flotante.



"Con Polvo de Diamantes" el ambiente se volvió más oscuro e introspectivo. El bajo de Charly Moreno sostuvo el tema con un pulso constante, mientras la voz de Cabezuelo alternaba contención y desgarro. Uno de los momentos más intensos del concierto.

Cuando sonó "Todas las cosas buenas", el corazón del disco y del concierto, el público entendió por qué este trabajo representa una nueva etapa. Retomando la calidez de Magnolia con un enfoque más luminoso, un equilibrio entre melancolía y esperanza, con Cabezuelo cantando en trance bajo luces anaranjadas.

En "Trueno azul", la banda desplegó su vertiente más expansiva. Guitarras cristalinas, sintetizadores envolventes y un estribillo que la sala entera acompañó con palmas. 

El instrumental "Dron sobrevolando Castilla-La Mancha" sirvió como pausa atmosférica: un paisaje sonoro entre lo ambiental y lo cinematográfico, donde la sala se dejó llevar por la contemplación.



"Nebulosa Jade" bajo luces verdes enlazó con "La Plaza" en uno de los pasajes más celebrados. Las guitarras luminosas y el aire pop dieron un respiro emocional antes del cierre.

Aunque el espacio reducido del Island Club impidió el bis que el público pedía a gritos, Rufus regalaron un cierre memorable con "Sé dónde van los patos cuando se congela el lago" que aportó un tono introspectivo y poético, con Cabezuelo dedicándola “a las cosas que no entendemos, pero seguimos buscando”. 

"Río Wolf" marcó la descarga final de energía colectiva. Uno de los temas más queridos del grupo, interpretado con precisión milimétrica y emoción desbordante. La banda se entregó y la sala respondió coreando cada verso.

Con "Canción de Paz" llegó el cierre perfecto, envuelto en luces cálidas y un tono de serenidad. En Vigo se convirtió en un momento de comunión total: nadie hablaba, nadie se movía, solo respiraban junto a la música, finalizando el concierto bajo los coros del público en acústico, agrupados en una sola y conjunta voz.



Con las luces ya encendidas, se produjo una invasión colectiva hacia el merchandising, donde vinilos, CDs, púas, camisetas e incluso calcetines se agotaban a toda velocidad. Manola fue la primera en acercarse a firmar, y poco a poco el resto de la banda la siguió entre risas, abrazos y fotografías improvisadas. Un cierre natural para una noche marcada por la cercanía y la gratitud.

Más que un concierto, fue una celebración de la belleza y la experimentación, una noche en la que Rufus T. Firefly transformaron la intimidad del Island Club en un cosmos propio. Vigo respondió con devoción, y la banda, fiel a su espíritu, devolvió cada gesto con música luminosa.