O Monte do gozo volvió a llenarse de música la pasada semana con la edición 2025 de O Son do Camiño, una edición que volvió a consolidar al festival como uno de los grandes encuentros musicales del año no solo en Galicia, sino también a nivel nacional. Durante las tres jornadas del festival más de 130.000 asistentes convirtieron Santiago de Compostela en el epicentro de la música en directo, con una programación ecléctica con estilos diversos desde el rock internacional, al trap latino pasando por estilos como la electrónica o el pop. Por los tres escenarios instalados en el recinto pasaron grandes nombres internacionales, promesas nacionales y locales, o bandas que pusieron la banda sonora de muchas generaciones consiguiendo crear momentos que quedarán en la memoria colectiva.
El arranque musical del festival corrió a cargo, como no podía ser, de un gallego Filloas. El grupo vigués formado por Iago Galego y Paula Ferraz a la guitarra y sintes. Durante su actuación pudismos disfrutar de temas como "Cando Estes Durmida" o "A morte Vai comigo" el artista nos mostró su estilo característico en el que mezcla ritmos clásicos como el punk con ritmos más modernos como el hyperpop o el trap. Con un ritmo en aumento y un público que se iba acercando al Escenario Xacobeo progresivamente a pesar de la lluvia intermitente que amenazaba don fastidiar la jornada, disfrutamos de temas como "Despawn", "22 minutos" o "Galicia Remix".

La banda viguesa dio paso en su mismo escenario, después de la actuación de Dollar Selmouni, a una de las revelaciones más comentadas de la nueva escena nacional, ya que todavía no sabemos dónde ubicar a un artista tan camaleónico que todo lo hace bien. Paul Thin volvía a Compostela con la gira de presentación de “Reboot”, su segundo trabajo de estudio, en el que explora una identidad visual y sonora basada en elementos futuristas y electrónicos. El joven artista subió al escenario acompañado por un cuerpo de baile formado por seis bailarines, cuya coreografía perfectamente sincronizada acompañó cada uno de los temas.


El show, visualmente impactante, avanzó a golpe de sintetizadores pregrabados, la única pega que le podemos poner, con canciones como "Vértigo" o "Descanso", combinando modernidad con un marcado sello estético. Uno de los momentos que muchos esperaban era la interpretación de "BRISA/ESC", tema compuesto durante su paso por la academia, pero que en esta ocasión se quedo fuera del setlist y fue sustituido por "Fiebre del oro", el mismo Paul decía que no podía llegar a un festival con una balada de más de 5 minutos de duración, y la sustituyo por otra más corta que invitó al público a una pausa emotiva entre la energía del resto del repertorio. Paul Thin confirmó sobre el escenario que lo suyo va mucho más allá del fenómeno viral: hay fondo, hay propuesta y hay futuro.

En una tarde con artistas nacionales Nil Moliner tomó el relevo del artista granadino para convertir O Monte do Gozo en su propio “Lugar Paraíso”, nombre tanto de su último disco como de la gira con la que está recorriendo España. Acompañado por una banda potente y bien compenetrada, el catalán llenó el recinto de optimismo, ritmo y energía. A pesar de ser jueves por la tarde, el público asistente respondió con fuerza y se vivió el primer lleno del auditorio, un auditorio que coreó, bailó y cantó cada uno de los temas, causando el delirio entre ellos cuando interpretó temas como "Libertad", "Mi religión", "Soldadito de hierro" o "Bailando en la batalla". Un concierto de esos que, sin pretensiones, acaba conquistando por la autenticidad de quien sabe que la música es para compartirla.


La tarde siguió ganando intensidad con el concierto de Mikel Izal, que en su nueva etapa en solitario demostró una evolución clara hacia un sonido más electrónico, sin perder la esencia melódica que lo hizo popular en los mejores años de la banda. Con una puesta en escena cuidada y sin grandes pretensiones escénicas, solo una gran pantalla con una pasarela en la que Mikel se subía para picar cada bloque y guiada por una narrativa visual y musical basada en su álbum "El miedo y el paraíso" (2024) , ofreció un directo sólido y elegante. Sonaron temas nuevos como "La fe", "El miedo" o "El grito", perfectamente entrelazados con himnos de su anterior trayectoria como "Pánico práctico", "Copacabana" o "La mujer de verde", generando un viaje emocional lleno de contrastes y que convenció a más de alguno de los fanáticos de su anterior etapa.


El artista pamplonés dio paso a los grandes artistas internacionales de la jornada, por lo que el Monte do Gozo ya con un recinto completamente lleno se preparó para volver a acoger por segunda vez en el festival a Franz Ferdinand. La banda escocesa demostró por qué sigue siendo un referente del rock alternativo europeo, con un directo enérgico, bailable y cargado de actitud. Su mezcla de post-punk y dance rock contagió a todo el recinto desde el primer acorde. Brillaron especialmente con canciones como "No You Girls", "Walk Away" o "Evil Eye" y, por supuesto, "Take Me Out", que provocó uno de los grandes estallidos de la jornada. A base de guitarras punzantes, líneas de bajo puntiagudas y una entrega total sobre el escenario, firmaron como nos tienen mal habituados, un gran directo.


La banda escocesa dio paso al británico Bryam Adams que volvía de nuevo a Galicia y pisaba por primera vez el escenario del festival. El británico volvió a dejar claro por qué es una leyenda del rock internacional. Aunque no venía con nuevo disco bajo el brazo, el canadiense ofreció un repertorio imbatible, con todos sus grandes clásicos y un directo sólido y emocional. Sonaron piezas eternas como "Heaven", "Summer of ’69", "Run to You", "Somebody", "The Only Thing That Looks Good on Me Is You" y "(Everything I Do) I Do It for You", esta última coreada al unísono por miles de voces. Con una banda impecable y su inconfundible voz intacta, Adams convirtió su actuación en un viaje por la memoria colectiva del rock, sin caer en la nostalgia vacía, sino reivindicando su vigencia con elegancia. Desgraciadamente el artista sigue en guerra con los medios gráficos e impidió la realización de cualquier toma fotográfica de su actuación, incomprensible.
El encargado de cerrar las grandes actuaciones de la jornada fue Duki, uno de los nombres más esperados por el público más joven, que desde primera hora de la tarde ocupó las primeras filas con entusiasmo. No faltaron las caras pintadas con su nombre ni las banderas argentinas ondeando al ritmo de su música. El artista presentó su nuevo disco, “Ameri” (2024), con una puesta en escena de alto impacto visual con grandes efectos especiales: fuego y humo a destajo. Interpretó temas como "Leitmotiv", "Harakiri", "No Confundan" o "Givenchy", con la que puso punto final a un show intenso, cargado de energía y conexión directa con sus fans. La mezcla de sus letras instintivas con una actitud arrolladora convirtió su concierto en uno de los más vibrantes del festival.
Cerraron la jornada los locales Galician Army que nos presentaron su nuevo trabajo recién publicado: “Valuria” un cocktail perfecto entre el Synth Wave, IDM, House e Indie español y en el que destacan las colaboraciones de Marilia Monzón, Fillas de Cassandra o Iván Ferreiro que hicieron las delicias de los que se resistían a abandonar el recinto del festival.
Os dejamos con la galería de fotos de la jornada: